lunes, 22 de febrero de 2016

Mercado Medieval - Sto. Domingo de la Calzada III

Diálogo entre el caballero (que no tiene nombre propio) y el mago Merlín, que surgió de la Nada cuando el caballero estaba delante de un espejo, que había sido llevado por Rebeca y Sam (otros personajes del libro) para que, al ver su propio reflejo, pudiera reconocerse a sí mismo:
 
- A mí me parece que la ambición es la ambición. O deseas progresar o no lo deseas.
 
El mago Merlín le responde:
 
- Es más complicado que todo eso. La ambición que proviene de la mente puede servir para conseguir bonitos castillos y buenos caballos. Sin embargo, solo la ambición que proviene del corazón puede darte, además, la felicidad.
 
(Página setenta y cuatro del libro, El Caballero de la Armadura Oxidada, de Robert Fisher)

Hor-Horus, “el Señor del Cielo”. Su gesto hierático impresiona. Él mira a un espacio ajeno a todo lo que le rodea y lejano de todos nosotros. A pesar de su cautividad, su majestad se acerca más a lo divino que a lo humano, y en un vuelo de libertad él está más cerca del cielo, cielo que todos ansiamos alcanzar.
Él es el protector de los Caminos del Aire.
 
Al lado de Hor-Horus está el Cárabo Lapón. 
 
Protector y guía. Sus ojos iluminan la noche, y ¿quién no ha oído su particular canto sin amedrentarse al adentrarse en un bosque en una noche de luna llena?
 
- ¡uuh!, ¡úuhúuh-úuh! 
 
Y algo más tarde, asemejándose al lamento de un alma en pena:
 
- ¡húuuuuuuu! ¡húuuuuuuu! ¡húuuuuuuu! 
 
Entonces nuestros vellos en punta y el corazón palpitante pueden darnos a entender que mejor tomar las de Villadiego. La ignorancia no es atrevida, es asustadiza.
 
El Cárabo Lapón (Strix nebulosa) dicen que es pariente de los druidas y de los hechiceros; portador de buena o mala fortuna. Si eres de corazón puro se convierte en guía; él te auxilia y te protege. Aquellos de corazón impuro: que se lo hagan mirar. 
 
Los cárabos lapones son aves de vida nocturna…
 
Dejemos a la fauna animal en paz, por decirlo de alguna forma, y contemplemos  la fauna humana con sus particularidades.
 
Michelangelo Meresi de Caravaggio fue un pintor italiano que nació en Milán el año 1571. Murió en Porto Ércole, en la Toscana, el año 1610. De vida tumultuosa, ciertamente llena de acordes disonantes (los antagonismos del ser humano) con los temas de sus obras, casi todas ellas religiosas. Estas, escandalizaban a los jerarcas de la época por sus desnudos y lascivia. Él siempre buscaba sus modelos pictóricos entre las gentes de “baja estopa”. Quizás en ellas encontraba la divinidad perdida por el ser humano; a verdaderos ángeles caídos. Su muerte, como su vida, está llena de matices claroscuros, tenebristas: el supuesto combate entre las luces y las sombras. Su búsqueda y su resolución impregnó su paleta de colores, toda su obra. En un final entre nieblas, no se encontró su cuerpo, se volatilizó.
 
Quizás ascendió a los cielos como Elías en un carro de fuego…
 
Caravaggio murió en 1610. Ese mismo año Claudio Monteverdi, su coetáneo, aunque algo más longevo que él, estrenó en Venecia la obra titulada Vespro della Beata Virgine (Vísperas de la Santísima Virgen). Las Vísperas son las oraciones de la tarde de la Liturgia de las Horas. Su primer movimiento está basado en el Salmo 69,2: Señor, date prisa en socorrerme. Sálvame, porque las aguas han entrado hasta el alma.
 
Claudio Monteverdi nació en Cremona en el año 1567. Murió en Venecia en el año 1643.
 
Os estaréis preguntando a qué viene la alusión de estos dos genios, cuál es su relación con mi trabajo en el Mercado Medieval y los textos de El Caballero de la Armadura Oxidada. Para mí sería muy fácil detallároslo, pero quiero que os toméis el trabajo de descubrirlo, he ahí mi envite a todos vosotros.
 
Solo os daré un pequeño detalle, una ayuda: buscad desde el corazón.
 
El corazón, el buen corazón, se expresa a través de la luz de las miradas: vuestras miradas. Espero haberlas captado en toda su pureza expresiva, mis amigos caballeros, mis peregrinos caminantes del Mercado Medieval. 
 
Epílogo de la trilogía, Mercado Medieval de Santo Domingo de la Calzada.
 
- Es aquí donde podemos aprender del manzano. Cuantas más manzanas coge la gente –dijo Merlín- más crece el árbol y más hermoso deviene. Este árbol hace exactamente lo que un manzano debe hacer: desarrollar su potencial para beneficio de todos. Lo mismo sucede con las personas que tienen ambiciones del corazón. 
 
(Páginas setenta y uno y setenta y dos del libro El Caballero de la Armadura Oxidada, de Robert Fisher)
 


Monteverdi - Vespers for the Blessed Virgin: Domine ad adjuvandum me festina.
https://www.youtube.com/watch?v=SzwZQBYS77o&list=PL610D2AC4457A37C1