jueves, 9 de febrero de 2023

Camino de otoño-Compostela-Autumn Way

Libro V, Guía del Peregrino Medieval del Códice Calixtino. Capitulo XI.
De cómo los peregrinos de Santiago hayan de ser recibidos.

- Los peregrinos, tanto pobres como ricos, han de ser caritativamente recibidos y venerados por todas las gentes cuando van o vienen de Santiago. Pues quienquiera que los reciba y diligentemente los hospede no sólo tendrá como huésped a Santiago, sino también al Señor: El que os reciba a vosotros, me recibe a mí.

Remembranzas del Camino (de mi pequeño diario).
Ocho de diciembre, día dieciséis en el Camino, de O Pedrouzo al Obradoiro, Compostela.

Cocido gallego,
plato rebosado.
Noche negra.

Por sabido y no enterado, pásame lo mismo. Como una partitura inconclusa: nocturno alevoso. Y hoy en el albergue maitines fuera de todo sentido. A las cinco de la mañana concierto con los virtuosos de Ekaterimburgo. Plásticos por doquier con un punto absurdo de fuga. Algunos tienen mucha prisa. Las calles sin luz y el camino en sombras tenebrosas. La luna entre nubes; su luz oculta, y la del alba todavía trasnochada. El amanecer aún no ha hallado su lugar en este universo lleno de ansiedades. Esperan llegar a la misa de peregrinos de las doce en la Catedral. Aunque también hay misa del peregrino a las siete treinta de la tarde…

¡Sálvese quien pueda! Esta lluviosa mañana el sol ha salido a las ocho y cincuenta. Ya me contarás. Los peregrinos extranjeros, alucinados, se preguntaban qué pasaba.

De una página sobre el Camino en Gronce:
Amenal. Cruzamos el bosque donde se proyectó el polígono industrial de O Pino, que generó una enorme polémica en su momento: no se construyó porque quebró la empresa promotora. El bosque fue talado. Sigue talado.

Bosque arrasado,
no hay pájaros.
Alma en pena.

Seguimos acercándonos a Compostela. El camino se vuelve extraño: el espacio no es el mismo, ahora no hay árboles que nos protejan. Pareciera que los galaicos llevan esto de la desaparición de los bosques en sus venas. Si no es talando a motosierra, lo es por obra y gracia de los fuegos fatuos. Que de fatuos no tienen nada, claro, pues los bosques se volatilizan. 

Encuentros del Camino. Antes del pueblo de Lavacolla, a la salida de un bosque mínimo, me cruzo con un peregrino checo. Él viene de vuelta. Salió de Praga el cinco de noviembre del 2019, y lleva más de tres años fuera de su hogar. Se llama Viktor, y su perro se llama Oldo, un border collie. Ha gastado diez pares de botas y zapatillas. En Fisterra es conocido como “Víctor el checo”. Ha estado viviendo veintiún meses contemplando el mar… Faltan 10,140 km para llegar a Compostela.

Y ya estamos en Compostela. En la Rúa San Pedro, tramo final del Camino, hay una tienda de abastos. Se llama A Despensa. Carlos, tiene como hábito escribir frases, pensamientos filosóficos, para compartir la cierta riqueza humanista que atesora. Escribe con tiza en un tablero que cuelga públicamente a la entrada. La frase de hoy:

El abrazo de un nieto calma el corazón, reduce el estrés y cura todos los males. (Capfun).

En la acera izquierda de la Rúa yacen en el suelo unas cuantas hojas de arce. El agua de lluvia hace irisar sus colores. Yo, en mi ignorancia, me pregunto cómo hojas de un mismo árbol pueden tener tan diversos colores.

Mar de nubes,
ramas desnudas.
Sol frío.

Sigo caminando. Antes de arribar a la Praza do Obradoiro me detengo bajo las arcadas de la Puerta del Obispo, donde gracias a su especial sonoridad, puedo disfrutar de un instante de belleza musical compartida. El gaitero se llama Yago. Ella se llama Noa. La Praza espera. Puede esperar. De hecho, ha sido secularmente paciente.

Me he alojado en el albergue del Seminario Mayor de San Martín Pinario, justo al lado de la Catedral.

Me dedico a callejear, sin prisa y sin rumbo, antes de la misa vespertina. Tengo la fortuna de compartir con la comunidad de las Madres Benedictinas el oficio de Completas en el Mosteiro e Igrexa de San Paio de Antealtares, que está en la Via Sacra. Lo inesperado, precisamente por inesperado, es un regalo.

Ya es de noche. La humedad y la soledad reinan entre las agrestes piedras ya silenciosas. El Cine Yago, en el número 51 de la Rúa do Vilar, tiene un suelo enmoquetado de cartón. Ahora se encuentra acondicionado como lecho para las gentes que viven en la calle. Ellos se refugian en este albergue de su singular Camino. Por cierto, según un periódico, van a colocar una valla metálica…

Uno de ellos se llama José. Tiene cincuenta y cuatro años y es de Lugo. Lleva viviendo en la calle siete años. Vivía con su mujer en su casa de Lugo, al lado de la estación. Ella murió de cáncer con cincuenta años. A José lo desahuciaron por las deudas. Es un habitual de la “Cocina Económica de Santiago”. Esta cocina fue creada para dar de comer a los transeúntes sin domicilio. Hoy tocaba judías con patatas, pescado frito y naranjas… Su vicio: fumar. Tabaco para liar Eastwood. Me dice que es el más barato. Le hice un regalo…

Presente continuo. La perra se llama Kira; es de la raza Pastor Inglés. Estaba esperando ante la puerta de Cáritas Santiago. El cacito está vacío, tan solamente lleno de aire. Dicen que también alimenta. Kira asimismo vive en la calle.

Hay un tiempo para peregrinar. Hay otro tiempo para caminar. Compostela no es el final del Camino.


Al otro lado del mar,
es allá donde te he de encontrar,
no sé cómo ni cuándo, 
pero te voy a buscar.