miércoles, 4 de noviembre de 2020

EL AMOR PROLONGA LA VIDA

 

 

 Zumaia, veinticinco de mayo del dos mil cinco.

     

“Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a sestear a mediodía, para que no ande yo como errante, quizás perdido”    

                                                                            (Del Cantar de los Cantares, 1.7)

 

Necesitamos de las dudas, de la incertidumbre, para hallar el recto Camino, aquel que nos ha de llevar a casa, a la casa del Padre.

 

Ahora son momentos de penumbra, las lágrimas afloran como máxima expresión de un sentimiento, el sentimiento más humano del dolor. Pero se tornarán en dulce frescor que alivie nuestra congoja.

 

Tras un largo camino por esta vida, cinco años de enfermedad han dejado en ti una huella imborrable. Pero viendo tu rostro ya inerte, solo veo paz, la paz de aquel que ha sido acogido en la casa del Amor Eterno.

 

Juan Cruz, tú has sido afortunado. Has sido bendecido con una mujer que te ha llevado de la mano por un camino de sombras. Pero también ella te ha   esperado como dulce doncella. Aquella que sale al encuentro del amado, hasta hallarlo, con la lámpara llena de aceite. Ha ungido tu frente, y su luz te ha mostrado el camino de regreso a casa.

 

“Pero conmigo estaba tu memoria. Ya no me quedaba la más mínima duda de que existía un ser al que arrimarme, pues el cuerpo corruptible agrava el alma, y la morada terrestre oprime el espíritu que piensa en multitud de cosas. Estaba, además, firmemente convencido de que lo invisible de ti, tu eterno poder y divinidad, se comprende desde lo creado”

                                                                 (San Agustín, Confesiones, VII, 17,23)

 

Descansa en la Paz, acogido por el amor de aquel que en su día creo ese cuerpo que alojó un espíritu, ya libre. Libre de ese cuerpo finito y corrupto, y camina en la Luz, a su encuentro.           

 

Zumaia, veintisiete de octubre del dos mil veinte.

               

Ahora, Juan Cruz, tú has de acoger a Sabina. Toma su mano y, unidos por el Camino de la Luz, llévala a la casa del Padre; a la casa del Amor Eterno. 

 

- Sabina, recibiendo un regalo del Amor de Dios comenzó su nuevo Camino el día veintisiete de octubre, festividad de Santa Sabina.

 

Caminando.

De los arboles caen las hojas.

 

 

Karl Jenkins – Benedictus