Zumaia, veinticinco de mayo del dos mil cinco.
“Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a sestear a mediodía, para que no ande yo como errante, quizás perdido”
(Del Cantar de los Cantares, 1.7)
Necesitamos de las dudas, de la incertidumbre, para hallar el recto Camino, aquel que nos ha de llevar a casa, a la casa del Padre.
Ahora son momentos de penumbra, las lágrimas afloran como máxima expresión de un sentimiento, el sentimiento más humano del dolor. Pero se tornarán en dulce frescor que alivie nuestra congoja.
Tras un largo camino por esta vida, cinco años de enfermedad han dejado en ti una huella imborrable. Pero viendo tu rostro ya inerte, solo veo paz, la paz de aquel que ha sido acogido en la casa del Amor Eterno.
Juan Cruz, tú has sido afortunado. Has sido bendecido con una mujer que te ha llevado de la mano por un camino de sombras. Pero también ella te ha esperado como dulce doncella. Aquella que sale al encuentro del amado, hasta hallarlo, con la lámpara llena de aceite. Ha ungido tu frente, y su luz te ha mostrado el camino de regreso a casa.
“Pero conmigo estaba tu memoria. Ya no me quedaba la más mínima duda de que existía un ser al que arrimarme, pues el cuerpo corruptible agrava el alma, y la morada terrestre oprime el espíritu que piensa en multitud de cosas. Estaba, además, firmemente convencido de que lo invisible de ti, tu eterno poder y divinidad, se comprende desde lo creado”
(San Agustín, Confesiones, VII, 17,23)
Descansa en la Paz, acogido por el amor de aquel que en su día creo ese cuerpo que alojó un espíritu, ya libre. Libre de ese cuerpo finito y corrupto, y camina en la Luz, a su encuentro.
Zumaia, veintisiete de octubre del dos mil veinte.
Ahora, Juan Cruz, tú has de acoger a Sabina. Toma su mano y, unidos por el Camino de la Luz, llévala a la casa del Padre; a la casa del Amor Eterno.
- Sabina, recibiendo un regalo del Amor de Dios comenzó su nuevo Camino el día veintisiete de octubre, festividad de Santa Sabina.
Caminando.
De los arboles caen las hojas.
oso polita.... eskerrik asko, maitea
ResponderEliminarSe me olvidaba... Tal día como hoy, el cuatro de noviembre de mil novecientos cincuenta, a las diez y media de la mañana, y en la ermita de Arritokieta, unieron sus vidas Juan Cruz y Sabina. Son ya setenta años. ¿Por qué tan temprano? ¡El diezmo era más barato! Pozik bizi!¡Vivid felices! Muxux anai!
Eliminarhola
ResponderEliminarEstoy de acuerdo ,el amor hace vivir bonito y mejor
Gracias Juan Ramón por tan bonitas palabras y tan bonitas fotos todo acompañado por una sensebilidad.ojala el mundo funcionara asi
Eskerrik asko
Ze zoragarri JR, hitzik gabe geratzen nauk.
ResponderEliminarArgazkietan bihotza eta artea ikusten dizkiat.
Gaur gainera aita eta ama ezkondu ziren urtemuga.
Zoriontasun perfektoan zeudek. Besarkada handi bat, eder hori.
Esther
https://www.youtube.com/watch?v=WClMVWVMEXc
ResponderEliminarLa última de Elvis.........para el que lo entienda;))
Juan, ¡Usted sí que sabe! Está es parte de la letra de la canción, Unchained melody, Melodía desencadenada, que canta Elvis:
ResponderEliminarLos ríos solitarios desembocan en el mar, en el mar,
en los brazos abiertos del mar, sí.
Los ríos solitarios suspiran: Espérame, espérame.
Estoy volviendo a casa,
espérame.
Pues eso, Tashi Delek! Juanra.
Musu handi bat.....goian bego.
ResponderEliminarUn pequeño detalle. La fotografía en la que aparezco sentado con Ama es cortesía de Javier Carballo. La realizo el veintitrés de abril del dos mil diecisiete, en Erribera Kalea de Zumaia. Javi, gracias de todo corazón.
ResponderEliminarMila esker zure lana nirekin konpartitzeagaitik. Ikusi zaitut amarekin eta oroituz aitarekin ere, eta gauza askorekin.... zure barnea astintzen, dolu garai betean.
ResponderEliminarOso ederra!
Besarkada handi bat
Itziar.
Que precioso.....este homenaje.
ResponderEliminarSin palabras.
Rakel.