Algo más tarde, en
Amenal, a modo de exvoto, colgaba en una
pared una concha de madera prendida en una cinta de cuero. En un ventanuco había una piedra
milenaria, seguramente traída por un peregrino en su mochila desde vete a saber dónde, como parte de una penitencia quizás ya
purgada. En esa pared mal revocada hay una gran flecha amarilla y una leyenda
escrita sobre la flecha: Imagine, y
en letra más pequeña, Peace.
Una de las
estrofas, en castellano, de la canción de John
Lennon, Imagine:
Tú puedes decir que
soy un soñador,
Pero no soy el
único,
Espero que algún
día te nos unas,
Y el
mundo vivirá como uno solo.
Más adelante,
después de Amenal y antes de Lavacolla, en el Camino había un bosque frondoso de eucaliptos muy altos y alguna otra especie que no recuerdo. Acabaron
con él, lo esquilmaron hace un tiempo.
- Aquí paz y después gloria, seguramente pensó alguien
frotándose las manos.
Y a todo esto. Son
muy descorazonadoras las sensaciones que se producen al pensar en lo que fue el
Camino a la entrada de Santiago de Compostela y lo que en realidad es hoy.
¿Acaso no hay
soluciones para corregir estos desmanes: ¿O no tienen arreglo? ¿Es posible una regeneración
ordenada de estos espacios naturales que han ido desapareciendo por una
urbanización alocada y sin sentido?
Lo triste es que
este estado de cosas se han producido y
se siguen produciendo en todo lo largo del Camino. Quizás algunos han olvidado que, entre otras cosas, el Camino
de Santiago fue declarado en 1985 Patrimonio
Cultural de la Humanidad por la Unesco.
¿Sabéis que existe
el riesgo de que se produzca la anulación de ese nombramiento? ¿Lo sabéis, lo
saben?
Perdonad este
momento reivindicativo, con lo poético y evocador que me estaba quedando el
relato del Camino: el Camino de Danel y
Juan Ramón.
La música, mejor
dicho, las músicas, están íntimamente unidas al Camino. Llegando a Compostela
soy muy consciente de esa unión casi indivisible.
Antes de entrar en
la Praza do Obradoiro, debajo del Arco del Obispo, casi siempre y a todas horas, hay algún músico. La
arquitectura pétrea de este espacio hace reverberar los sonidos de forma casi
mágica. En este lugar conocí a Manu Pereira un joven gaitero que llevaba una
camiseta azul con grafías griegas.
Seguí caminando y cerca del Colegio de San Jerónimo había un
trío de cuerda: violín, viola y violonchelo.
Interpretaban el Canon en re mayor de
Pachelbel.
Allí observé a un
peregrino tumbado sobre las piedras gastadas y pulidas por los pasos de tanta
gente con la complicidad del viento y la lluvia. Parecía cansado. Estaba como
absorto, lejos de toda realidad, en su particular universo. Quizás recordando todas las vivencias del Camino,
sus historias y pequeños relatos compartidos con otros peregrinos
Y al finalizar el
día, a la hora del reposo, disfrute de la compañía con una jarra de cerveza fría. Apetece siempre en época estival de extremado calor.
Quedé con Danel en
el albergue y lo encontré dormido en la parte de arriba de la litera. La parte
de abajo para el señor mayor: o sea, yo.
Lo siento mucho pero el nombre del albergue prefiero olvidarlo. Su escaso
espacio habitacional lo convierte en un lugar de mero amontonamiento. Lamentable, muy lamentable. Ahora sé a qué
lugar no he de volver y eso que el jardín del albergue es un espacio bello y de
disfrute y más en época estival.
Después de la
ducha, callejeando por la París-Dakar,
como no somos txiketeros, no damos tregua al cuerpo y no tomamos
descanso. Si antes estábamos cansados, ahora algo más. Seguimos ejerciendo de
peregrinos.
Tras la caminata
urbana fuimos a recoger la Compostela. Oficializado el Camino nos perdimos comprando algún regalo. Al caer la noche, no
muy tarde, celebramos sacramentalmente una buena cena. Pero esa noche dormir
fue una aventura insatisfecha, y como
algo estimulante, casi un reto, él otro a pierna suelta: divina juventud.
Anotación en la
hoja de ruta.
Jueves dieciséis de
julio, salida de Compostela a las 10:06; llegada a Zumárraga a las 19:55.
Duración del viaje 9.49 h. Nos espera mi hermano Félix oficiando de chofer. Es el padre de la criatura. Regreso a
Zumaia. Fin del Camino.
ULTREIA ET SUSEIA!
ULTREIA ET SUSEIA!
Buscando, buscando,
di con esta música tan hermosa. Pocos sonidos, pocas palabras hacen falta para
llegar a la trascendencia en la búsqueda y el hallazgo del otro. Es el eterno
encuentro en el Camino, mucho más lejos que las estrellas del firmamento. El encuentro
se recrea en el alma de cada peregrino.
Haydée Mercedes Sosa, (Tucumán,
9 de julio de 1935 - Buenos Aires, 4 de octubre de 2009), conocida como Mercedes Sosa. También es conocida
desde muy joven como La Negra, por
su cabello negro y la tez morena.
Estás en plena forma poética Juan Ramón. Sigue así
ResponderEliminarGracias otra vez, Juan Ramón, por hacernos partícipes de tus pensamientos y vivencias a lo largo del Camino.
ResponderEliminarUn abrazo