Zumaia, luces y sombras. También belleza- Zumaia, lights and shadows. Also beauty.
Poema número sesenta, del libro El jardinero, Rabindranath Tagore (1914).
- Belleza, entre el fragor del mar de la vida alzas estática y callada tu piedra solitaria. El tiempo enloquecido te ruega postrado ante ti: ¡Háblame, amor mío, dime algo!
Pero tu frialdad tan despiadada mantiene prisionera la voz de tus labios, ¡oh belleza incambiante!
Del libro Peregrinatio por el Camino de la Luz.
De la belleza el tiempo se nutre,
también de tu presencia.
La luz todo lo invade,
en recuerdo de tanta ausencia.
Tus manos sujetan el bordón, y la luz del amanecer anega de ternura la tristeza. Atrás quedará el cansancio, y el recuerdo se llenará de imágenes de un espacio compartido. Al atardecer del día, cuando el Camino se fusiona con el cielo, los cuerpos cansados se nutrirán de quietud y de silencio.
Poema número sesenta y cuatro.
-He pasado el día en el camino ardiente y polvoriento. Ahora, en el fresco agradable del crepúsculo, llego a la puerta de un albergue ruinoso y abandonado. Unas matas muy lóbregas extienden sus sedientas raíces por las profundas grietas de la pared.
Seguimos sin albergue de peregrinos en Zumaia:
- Hoy es el día que todavía continúan llegando peregrinos a las puertas del albergue en el Monasterio de San José (Monjaxarrak), siguiendo las indicaciones que aparecen en diversas páginas de Internet sobre el Camino de Santiago. En ellas aparece una reseña dando a entender que el albergue de Zumaia sigue abierto. Y esperan hasta las tres de la tarde para que alguien abra el albergue... Cuando, por fin, se percatan de que nadie vendrá a abrir el albergue, terminan resignándose, como se dice vulgarmente, "a buscarse la vida". Y así, queda en entredicho la imagen de acogida a los peregrinos en Zumaia.
Casa oscura,
puerta cerrada.
Largo camino.
Final del poema número sesenta y cuatro:
… Nadie me da cobijo cuando el sol se pone; solo me espera una larga noche, ¡y yo estoy tan cansado!
En el camino del silencio:
¿Y el encuentro con la espiritualidad? Como en el ikebana, el silencio nos ayuda a contemplar la belleza de la naturaleza, su cercanía.
¿Puede algo tan pequeño como una gota de rocío contener tanta sabiduría?
Todas las mañanas el agua de luna secuestra la luz, y cada brizna de hierba, fresca o seca, se cubre con un manto de plata, y los animalitos se nutren del agua irisada.
De flores y esmeraldas haremos las guirnaldas,
y de hilo de plata el vestido de la amada.
Noche sin hora,
reloj parado.
Calles desiertas.
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