lunes, 7 de septiembre de 2015

El Recolector de Hojas

                            Caminando sobre una tierra de hojas
                            Recuerdo el bosque de los amados,
                            Aquel que en los sueños aparece
                            Pero lejos de ti su belleza se esconde.


"No te aflijas si el viaje es amargo y la meta invisible. No hay camino que no conduzca a una meta"

De Hafiz, poeta persa del siglo XIV. Hafiz nació, vivió y murió en Shiraz. Nunca quiso abandonar esa ciudad donde el sol hacía bailar los colores y las blancas casas se tornaban de plata bajo la luna. Su tumba, actualmente, es un lugar de peregrinaje. Un lugar pleno de alegría y de música bajo la sombra de un ciprés milenario. 

“No te aflijas si, por un instante las estrellas no giran de acuerdo a tus deseos. La rueda del tiempo no va siempre en la misma dirección”
(Extractos tomados de la “nube sin cielo” informática)
 

Las palabras no pueden describirlo todo, las hojas de los árboles tampoco pueden hacerlo. 

Solo esperan al recolector de sueños. 

En los bordes del camino se van descomponiendo, se contraen sobre sí mismas. La clorofila busca otros caminos, las abandona y sus colores se transforman. Sus átomos entonces se descomponen, mutan en colores todos ellos diferentes: rojo sangre, oro viejo, verde esmeralda, a veces turquesa. Marrón-chocolate, plata repujada, cian claro, y en alguna de las hojas de las hortensias, el color de la rosa purpura. En otras, en su anverso, gris plateado, sedoso como la felpa.

Ya lejos de los árboles y de sus ramas es otra historia.

El viento las sacude, se amontonan. El agua, a veces las protege, y el rocío de la mañana las adorna de plata perlada. Su tiempo es infinito y la luz del sol las viste de una pátina dorada.

En mis manos también son otra historia.

Las recojo de los bordes del camino para protegerlas de las pisadas, de las miradas ignorantes de tanta belleza. 

“La oscuridad no es ausencia de luz. La oscuridad es cerrar los ojos a la belleza”

Ahora, con ellas, quiero trabajar con su luz; sus formas y colores me atrapan. Las toco y con los ojos cerrados las yemas de mis dedos recorren sus líneas nervales: siguen vivas.

“No te aflijas, la belleza volverá a alegrarte con su gracia; la celda de tristeza se convertirá un día en lecho de rosas.” 
(Hafiz)


Recuerdo la frase de uno de los protagonista de la película, El Último Samurái; el samurái Katsumoto Moritsugu . En los instantes anteriores a su muerte, observando como volaban los pétalos de la flor del árbol del cerezo, movidas por el viento antes de posarse en el suelo, dice: Perfectas, todas son perfectas. 

Durante toda su vida había buscado en el árbol del cerezo en flor el pétalo perfecto. Ante su muerte fue consciente de que todas eran perfectas. ¿Acaso su búsqueda, su vida, fue estéril?

                        ¿Por qué ha dejado de florecer la flor del Loto?
                        Estamos en verano, 
                        Las aguas del estanque están sucias.
                        Nada florece en ellas.




















4 comentarios:

  1. Quien dijo que la naturaleza muerta no es bella? Tus fotografías son un claro ejemplo del error......

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    1. Marbel, ya perdonaras, el ordenador se fue de paseo. Que tal fue vuestro Camino? Gracias por tus palabras. Hay mucha más belleza de lo que podamos imaginar. Ultreia Peregina¡ Juanra.

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  2. Ederrak hostoak, Juan Ramon. Aspaldian erakutsi dituan argazki onenak. Lan bikaina benetan. Ez gara konturatzen gauza arrunt eta hurbilenak edertasunaz jantziak egon daitezkeela. Hik badakik. Eskerrik asko adierazteagatik.

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  3. Derzu, argia da giltza, gure barrenean dagoena, eta Naturaren Argia. Besarkada bat, Juanra.

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