Danel, es mi
ahijado, dieciocho años lo contemplan. En este Nuevo Camino fue mi bordón; sin
él… La verdad que un poco por “chantaje
emocional” y otro poco de “no sé por qué
motivo” me acompaño al Camino. Se convirtió en ayuda de cámara y mi guardián.
Nuestro inicio fue
Ponferrada. Ocho días llenos de recuerdos: nuevos
y viejos. Fue un Camino de
encuentros con las gentes que habitan los pueblos que recorrimos, gente
desprendida y bondadosa; y con peregrinos con mochilas cargadas a veces de muchos deseos,
otras de soledades y otras, en fin, de
oración y agradecimiento.
Como dice la
canción: Gracias a la Vida que me ha dado
tanto…
Ana y Llorenc
caminaban junto a su madre Sonsoles y su
hermana Cristina. Nos encontramos en el Albergue Das Animas en Ambasmestas; son
de Barcelona.
Ángel, el hospitalero
de este albergue, hace honor a su nombre y el lugar, cerca del rio Valcarce,
invita al reposo. Sus aguas, sobre todo en verano, son milagrosas. Como la
tortilla de patatas que prepara Ángel.
El Bierzo ya ha
quedado atrás.
En O Cebreiro, en la iglesia de Santa María (prerrománica, del
siglo IX), la imagen del Cristo gótico (siglo XIV) con ese rictus, su dolor,
hace olvidar las penurias a los peregrinos. Es este un espacio para
vivir el silencio.
Ya cuesta abajo, la
Venta Celta, es también un buen "templo".
Caldo gallego, carne guisada y queso de O Cebreriro. El chupito de orujo blanco es elixir de Meigas: cura todas las enfermedades, incluso las del "mal de amores".
Danel y yo continuamos
caminando y llegamos a Biduedo; nos alojamos en Casa Quiroga.
Biduedo es un lugar
de calma y sosiego; una aldea pequeña con buena gente. Allí conocí al tío Jaime. Tiene
ochenta y tantos años y una mirada llena de curiosidad a pesar de todo lo
vivido. Al atardecer, un atardecer de julio pleno de ocres y naranjas, nos
encaminamos Tío Jaime, Danel y yo, a la
iglesia dedicada a San Pedro; es la iglesia más pequeña del Camino.
Debajo de los arcos de la puerta de entrada aproveché el trabajo de la luz del
atardecer en sus rostros, viendo cómo una pátina dorada resaltaba sus miradas.
Al día siguiente,
de Biaduedo a Barbadelo, cada uno su
Camino. Danel siempre adelante y yo siempre atrás, no detrás.
A medio camino
entre Biduedo y Triacastela me encontré con José López de Vilar, pastor de vacas y a veces, sobre
todo en invierno, pastor de peregrinos perdidos entre la niebla; a veces entre
la nieve.
Ya en Triacastela
volví a encontrarme con Sonsoles y sus hijos, Ana, Cristina y Llorenc, el “hombrecito” del grupo. Nos emplazamos
para vernos en Barcelona. Y así fue después del Camino. ¡Qué buena tarde
pasamos ese día de otoño! Sobre todo en Casa Tomás en Sarrià. Hacen las mejores
patatas bravas de todo el mundo.
Perdonar este
inciso de fuera del Camino.
Al llegar a Barbadelo, nos alojamos en A Casa Carmen. Parar en esta casa es para mí
un ritual casi sagrado. Carmiña y Pedro Xose son buena gente.
En la iglesia de
Santiago, románica (siglo X) volví a encontrarme con su párroco, don Antonio
Caloto. Hace un tiempo tuvo problemas
bastante serios de salud, pero
ahora parece que los ha remontado. Fue un momento de intensa alegría. Es cierto
que el Santo hace milagros. Don Antonio tiene ochenta y tantos años y lo encontraréis
en la iglesia cerca de una puerta que da
entrada al paraíso, buscando la Luz y
sellando las credenciales a los peregrinos.
Mañana iremos hasta
Gonzar.
Al llegar a Gonzar,
nos alojamos en Casa García. El albergue público ya estaba lleno a horas muy
tempranas. Yo camino lento, muy lento. Danel es un fuera borda. Él siempre me espera.
En los albergues
públicos no se puede reservar plaza y tuvimos que alojarnos en los albergues
privados. La verdad es que no sé cómo llegan tan pronto algunos…
En el albergue conocimos
a Raquel, una peregrina con unos ojos
extremadamente bellos. A las nueve de la tarde la luz que entraba a través de
uno de los ventanales hizo el resto. No hacía falta milagro alguno. Su mirada
lo decía todo.
Mañana iremos
de Gonzar a Melide, y nos alojaremos en
el Albergue de San Antón.
Este albergue es
un remanso de paz y sosiego. Rocío y
Aida, sencillamente son unos ángeles, pero no del Cielo; son terrenales y
cercanas, que buena falta hace a los
peregrinos.
Pasamos una noche
de ensueño y esto nos ayudó al día siguiente. Ese día fuimos de Melide a O
Pedrouzo.
Y en ese caminar, llegué
a Casa Morgade, en Lavandeira, al encuentro con otros peregrinos. Es la hora
del bokata. Alguien me dijo, que el
de sardinillas era el que más éxito
tenía. Pensé: con la economía hemos
topado, pero seguro que está bueno.
En la escena
aparece el perro de la casa y parece que no le gustaban las sardinillas, o
quizás se marchó aburrido esperando su mordida. Pongamos que se llamaba
Canelo.
Cerquita, en el
kilómetro 102, me encontré con una familia. Eran tres, son tres. No recuerdo el
nombre de sus padres, pero si el de Adán. Un ser de mirada viva y deslumbrante,
con una sonrisa que atrapa al caminante. Veintidós meses nos contemplan. El
grupo familiar se aleja a buen ritmo y
él va feliz en su carrito.
Más adelante, en el
kilómetro 101, siempre en el ciento uno, Dani, el gaitero de Sarria ameniza
nuestros pasos. Nada me costó emocionarme; soy de lágrima fácil. En el Camino el sonido de la
gaita me lleva a otros espacios vitales. Conversamos y prometí enviarle las fotos. Ya las tiene, como
muchos otros.
Sigo caminando como
puedo. A media mañana llegué a Boente de Abajo, y en ese lugar conocí a
Mariano, el hospitalero de Os Albergue´s.
Continuara...
Maravilloso camino y fotografias
ResponderEliminarGracias por el regalo de vuestras miradas, Juan Ramón.
EliminarPrecioso el relato!! y maravillosas las fotos hermano!!!
ResponderEliminarAnai, mila esker. En este trabajo tu también tienes parte de "culpa". Juanra.
EliminarOso polittak, bai argazkiak eta baita kontakizuna ere.
ResponderEliminarKaixo Esti! Lan erraza ta ederra da bihotzetik zortzen dena, Juanra.
EliminarComo de costumbre, Juanra, fantásticas fotos y un muy sentido relato.
ResponderEliminarUn abrazo y ¡¡Buen Camino!!
Julio, con buenos compañeros, mejor, amigos, hacemos ¡Buen Camino!
EliminarCuídate mucho y reparte felicidad a todos los tuyos, Juanra.
Quiero compartir con todos vosotros unos versos de la canción, Piedra y Camino:
ResponderEliminarEs mi destino,
Piedra y camino,
De un sueño lejano y bello, viday
Soy peregrino.
Preciosa la descripción del camino, parece como si lo estuviera siguiendo por segunda vez.
ResponderEliminarOrquídea, y serán tantas las veces que volverás a caminar... Pero siempre lo haremos juntos. Juan Ramón.
Eliminarfotos mu guapas... estaremos atentos a las de santo domingo..
ResponderEliminarBrian, acabo de llegar a casa, exhausto pero pleno de felicidad. Gente "guapa", buena gente que he conocido en el Mercado Medieval. A partir de mañana me pongo a ello. Gracias de todo corazón, Juan Ramón.
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