“Los pasos me llevan por la senda que ha de cruzar el reino del silencio y la oscuridad. Ante mí se alza imponente el bosque, el camino se bifurca y me asaltan las dudas. Otra vez recuerdo la oración en las Carbajalas: Sé para ellos guía en la encrucijada…”
In Memoriam, José Mari Llavori Romatet.
- Hay quienes traen al mundo una luz tan grande… que incluso después de haberse ido esa luz permanece. (De la nube informática).
Yo estaba en la playa de Itzurun intentando replicar en imágenes la Luz de la Naturaleza. A ella oraba y agradecía el don de compartir con nosotros toda su belleza, todo su esplendor. Mientras, él, recostado sobre la tierra que tanto amaba, contemplaba la luna del veintiuno de junio, en cuarto creciente, en sus juegos cómplices con la luz y la sombra. Y voló, voló tan alto como sus aves, bondadosas confidentes de su vida: Él no buscaba, encontraba.
Para recordar detente.
Para contemplar detente.
Para caminar detente.
¿No es el hombre una semilla? El sentido de la semilla es renacer más allá de la oscuridad.
Del Cantar de los Cantares 3,1-2.
En mi lecho, por las noches, he buscado
al amor de mi alma.
Busquéle y no le hallé.
Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad.
Por las calles y las plazas
buscaré al amor de mi alma.
Busquéle y no le hallé.
Olafur Arnalds, Back to the Sky, De regreso al cielo.
No soy el único en perder un amigo
A dónde vas
Te vas a casa.
Entonces cuando las estrellas se alinean
Con algún tipo de paz
Podría ser amado por ti
De cualquier manera
A dónde fuiste
Te vas a casa.
La vida ha dejado en mi frente sus huellas,
ResponderEliminarpero de nuevo me he hecho un niño esta mañana.
La sonrisa que he visto en hojas y flores
ha vuelto a alisar las arrugas,
como borra la lluvia las huellas en la playa.
Comienza otra vez un ciclo de nacimientos y de muertes.
Camino sobre espinas, pero firmemente, como entre flores.
Y mantengo la cabeza alta.
Florecen las rimas entre el fragor de bombas y morteros,
y las lágrimas que vertí ayer se han transformado en lluvia.
Me siento en calma oyendo su murmullo sobre el tejado de paja.
La infancia, mi tierra natal, me llama,
y las lluvias disuelven mi desesperación.
Aún estoy aquí vivo,
capaz de sonreír en silencio.
¡Oh, dulce fruto ofrecido por el árbol del sufrimiento!
Llevando el cuerpo muerto de mi hermano,
atravieso en la oscuridad el arrozal.
La tierra te acogerá con fuerza entre sus brazos, amigo mío,
y mañana renacerás entre las flores,
esas flores que sonríen dulcemente en el campo al amanecer.
Ya no lloras, amigo mío, en este instante.
Hemos atravesado la profundidad de la noche.
Esta mañana,
me arrodillo en la hierba
cuando noto tu presencia.
Flores que llevan la maravillosa sonrisa de lo inefable
me hablan en silencio.
El mensaje,
el mensaje de amor y comprensión
nos ha llegado realmente.
(Del libro "Llamadme por mis verdaderos nombres", poemas de Thich Nhat Hanh.)